En el Perú, más de 3 de cada 10 personas podrían enfrentar algún problema de salud mental. Frente a esta realidad, los Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC) del Ministerio de Salud se han vuelto fundamentales para brindar atención gratuita, cercana y completa. En estos centros se atienden casos como depresión, ansiedad, psicosis o adicciones, y reciben a personas de todas las edades con la ayuda de un equipo de especialistas.
Durante mucho tiempo, la salud mental fue dejada de lado por el Estado. Hoy existen más de 200 CSMC que cuentan con cinco áreas principales: atención a niños y adolescentes, adultos, adicciones, trabajo con la comunidad y farmacia. Para muchas personas que no tienen otras opciones, estos centros son su único apoyo. Además de tratar enfermedades, también trabajan en prevenirlas y en luchar contra los prejuicios que aún existen sobre este tema.

Rodrigo Barbosa, psicólogo y tutor universitario, también resalta que no buscar ayuda a tiempo puede afectar muchas áreas de la vida. “He visto estudiantes que, por no recibir apoyo, bajan sus notas, se alejan de los demás y eso termina afectando sus relaciones familiares y sus planes a futuro”, comenta. “Los que sí usaban el servicio gratuito de la universidad, después de algunas sesiones, se notaban mucho mejor”.

“Uno no tiene que estar con un trastorno mental para ir al psicólogo”, dice Luciana Rodríguez, psicóloga con tres años de experiencia en atención psicológica. “Ir a terapia puede ayudarte a sentirte mejor contigo mismo, entender tus emociones y salir adelante después de momentos difíciles. No hacerle caso a los síntomas puede traer consecuencias serias, como perder el trabajo o, en casos graves, intentar quitarse la vida”.
Los CSMC también ayudan a que las personas se sientan parte de su comunidad. A través de charlas, acompañamiento y talleres, no solo mejoran la vida de cada paciente, sino también la de quienes los rodean. Aun así, los expertos señalan que falta mucho por avanzar: se necesita abrir más centros, formar a más profesionales, invertir en prevención y enseñar a la gente por qué la salud mental es tan importante.
Porque finalmente como concluye Rodríguez, la salud mental no es un privilegio, es un derecho que todos deberíamos poder ejercer.